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Un cuarteto de jazz para un público íntimo

Santander, 16 de diciembre de 2020.- Los acordes de las melodías de `Jon Urrutia y Juan Saiz Cuarteto Santander – Bilbao´ resonaron ayer a lo largo y ancho de la Sala Pereda del Palacio de Festivales de Cantabria.

Los músicos Jon Urrutia y Juan Saiz fueron las figuras que se encargaron de componer conjuntamente unos temas llenos de fuerza, tomando el impulso necesario para sumar a este proyecto a Eric Surmenian al contrabajo y Borja Barrueta a la batería.

Con las presentaciones hechas, de izquierda a derecha los artistas ocuparon posiciones en el escenario escudados en sus instrumentos: piano, viento, contrabajo y batería. Los sonidos de “La nueva autarquía” fueron los primeros que salían del escenario hacia el patio de butacas con la agradecida acogida del público. Las melodías seguían fluyendo como “El agua”, a la que seguirían “Aurora” y “When you are gone”. Las teclas del piano desprendían su sonido, al tiempo que las abrazaban las notas que salían, bien del saxofón o de la flauta, acompañadas en todo momento por el sonido discreto del contrabajo y el retumbar de la batería bajo el golpeo de las baquetas.

No sé si fue por la complicidad de los músicos o por esa peculiar sonoridad del jazz, que te invita a entrar dentro de él, el caso es que sentí que no solo escuchábamos música, sino que hacíamos música con aquellos cuatro músicos, participando con nuestra particular recreación en sus momentos creativos. A veces la música se volvía hipnótica, como cuando sonaba su “Preludio del silencio” y me asaltó la impresión de que aquellos artistas no solo interpretaban la vida, sino que hablaban con ella: el pianista hablaba con el agua, la de un mar sereno, la del océano embravecido, la de cascadas precipitándose hacia la profundidad de los bosques; el saxofonista hablaba, cómo no, con el viento, con el desairado, con el que lleva en su seno la furia o se vuelve refugio del lamento; el contrabajista hablaba con los estados de la materia, sólido, líquido y gaseoso, que se enredaban entre las cuerdas del instrumento persiguiéndose incansablemente; el batería hablaba con el corazón, dirigiéndole palabras que regulaban sus latidos, capaz de exaltarlo o apaciguarlo según sugería la sintonía del conjunto.

La música solo se detuvo en dos interludios, momentos de descanso para las notas en los que Juan y Jon recordaron la importancia de poder subirse a un escenario en estos tiempos en los que la cultura se ve damnificada. Los artistas recordaron que el concierto se enmarca dentro del proyecto `Tan cerca ́, en el que participan los Ayuntamientos de Santander y Bilbao, con la intención de acercar al público de manera conjunta la música de jazz en Cantabria y el País Vasco. A su vez, los músicos hicieron extensivo su agradecimiento al Palacio de Festivales y se sumaron con entusiasmo al contraataque de la cultura.

Cuando finalizó su actuación, por dos veces, los músicos se entrelazaron mientras saludaban al público, sin dejar de sonreír, seguramente porque sabían que el auditorio ya estaba en su secreto de que, además de ser amigos entre sí, lo son también de la vida, con la que hablan de tú a tú en el inefable lenguaje de la música.

Javier Sánchez Becerril