El Palacio de Festivales de Cantabria se levantó en 1990 para convertirse en el eje cultural de la ciudad. Un espacio multidisciplinar (teatro, cine, música, danza) que ofrece una programación artística continuada a lo largo del año, atrayendo a personalidades relevantes de la escena tanto nacional como internacional. Además es desde su inauguración, sede del Festival Internacional de Música y Danza de Santander que, desde 1952 y hasta ese momento, se celebraba en la Plaza Porticada.

El Arquitecto

Francisco Javier Sáenz de Oiza (1918 – 2000)
Ganador del Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1993.

Considerado uno de los arquitectos más importantes de la arquitectura moderna española, fue en su momento un creador polémico y arriesgado con obras discutidas pero que acabaron convirtiéndose en símbolos, como el Palacio de Festivales de Cantabria.

El Palacio actual es el resultado de un concurso en el que el proyecto de Sáenz de Oiza fue seleccionado de entre otras 7 propuestas.

El Palacio se inspira en el Teatro Epidauro

Construido hacia el 330 a. C. y con capacidad para 14.000 personas, es el símbolo más importante del teatro griego antiguo y sirvió como fuente de inspiración a Oiza para proyectar el Palacio de Festivales.

Exterior

El edificio cuenta con cuatro grandes torres de 50 metros de altura. Inspiradas en los mástiles de barcos, refuerzan la presencia del edificio integrándolo en su entorno marítimo. Su propósito es servir de hito a la ciudad al igual que el Parlamento de Londres, dando respuesta así a la escala urbana del edificio.

Los materiales que predominan en el edificio son el mármol y el cobre envejecido que le da ese color verde tan singular. El revestimiento de mármol se dispone en bandas horizontales blancas y rosas influenciado por algunos edificios de la ciudad italiana de Siena.

La ornamentación es post-modernista y está inspirada en el estilo clásico.

Sala Pereda

+ info

Sala Argenta

+ info

Sala María Blanchard

+ info

Interior

El palacio fue construido adaptándose a la pendiente del terreno en el que se emplaza: la platea principal mira en dirección a la bahía, focalizando las vistas hacia el escenario. 

La acústica es clara, transparente y efusiva. El sonido se refleja y corre con naturalidad, fruto de las numerosas pruebas necesarias para que ese gran instrumento que es una sala de conciertos quede perfectamente afinado.

El palacio tiene tres salas principales: 

  • Sala Pereda
  • Sala María Blanchard
  • Sala Argenta

Sala Argenta

Con capacidad para 1.500 personas y una acústica excelente, es la sala principal del Palacio. Por aquí han pasado grandes artistas del panorama nacional e internacional. El escenario ocupa 580 m2 aproximadamente y cuenta con cuatro plataformas, dos de ellas giratorias. Destaca el enorme ventanal con forma de trapecio que proporciona, además de luz natural, vistas a la bahía de Santander desde el patio de butacas. También dispone de luz natural a través de los lucernarios situados en la cubierta, que son graduados electrónicamente para permitir el paso de luz necesaria para cada ocasión. Esta sala recibe el nombre de Argenta en honor a Ataulfo Argenta, pianista y director de orquesta cántabro de reconocido prestigio. En el hall de Reina Victoria podemos encontrar expuestos varios objetos personales entre los que se encuentran una batuta y un libro de partituras.

Sala Pereda

Tiene capacidad para 500 personas y se utiliza para espectáculos de medio formato. El escenario ocupa 250 m2 y cuenta con cinco plataformas hidráulicas. Destaca el mural del techo obra de José Ramón Sánchez, que sigue la línea de inspiración griega ideada por Sáenz de Oiza para el Palacio. La sala se llama así como homenaje al novelista cántabro José María de Pereda.

Sala María Blanchard

Su capacidad es de 150 personas aproximadamente y está inspirada en un teatro clásico. Es una de las salas más utilizadas diariamente, de hecho aquí se realizan las ruedas de prensa de los artistas que posteriormente actuarán en las salas Argenta o Pereda. Destaca el graderío en forma de anfiteatro clásico y el friso de las ninfas que decora las mamparas correderas que separan la Sala María Blanchard del foso de la orquesta de la Sala Argenta. Se trata de un mural realizado por la pintora Susana Sáez-Díez Reberdito.